Cuando alguien nos pregunta cómo es trabajar juntos haciendo foto y vídeo de boda, la respuesta es bastante sencilla: somos un equipo que se entiende con una mirada. Marina se encarga de la fotografía, yo (Emilio) del vídeo, y juntos buscamos algo más que imágenes bonitas: queremos contar vuestra historia tal y como fue, sin poses raras ni momentos forzados.
Solo vosotros, tal y como sois.
Dos puntos de vista, un mismo recuerdo
Llevamos tiempo haciendo esto y nos conocemos muy bien, dentro y fuera del trabajo. Esa conexión se nota mucho cuando estamos en una boda: sabemos dónde colocarnos, cómo movernos, cuándo hablar y cuándo no. Nos coordinamos sin necesidad de decirnos nada, lo que hace que podamos capturar momentos desde dos perspectivas diferentes sin molestaros ni repetir escenas.
Mientras Marina está pendiente de los detalles, las miradas, los gestos espontáneos, yo estoy buscando planos que den ritmo al vídeo, que acompañen la historia como si fuera una peli. Así conseguimos un recuerdo de boda natural y muy completo, donde cada parte tiene sentido.
Foto y vídeo a la vez, sin líos
Una de las cosas que más valoran las parejas que nos contratan es que no tienen que coordinar a dos equipos distintos de foto y vídeo de boda. Nosotros ya venimos sincronizados. Marina con su cámara de fotos, yo con el gimbal y el micro preparado. Sabemos cómo trabajar juntos sin pisarnos ni entorpecernos.
Durante los momentos importantes —la entrada, los votos, el primer beso, el primer baile— cada uno hace lo suyo desde su ángulo, sin interrumpir y sin repetir. Vosotros vivís el momento, nosotros lo capturamos. Así de simple.
Dos estilos que se suman
Aunque compartimos una forma de trabajar muy parecida, cada uno tiene su estilo. Marina es más de capturar lo natural, lo íntimo, lo que pasa cuando nadie está mirando. Yo busco contar vuestra historia con ritmo, con emoción, con un punto cinematográfico que haga que no podáis dejar de ver el vídeo una y otra vez.
Juntar esas dos miradas complementarias es lo que hace que el resultado sea algo más que un recuerdo: es un reflejo real de cómo vivisteis ese día.
Confianza total = tranquilidad para vosotros
El día de la boda ya tiene bastante emoción como para que además estéis preocupados por las cámaras. Por eso intentamos pasar lo más desapercibidos posible. No damos órdenes, no pedimos que repitáis nada. Solo observamos y capturamos.
Y como nosotros confiamos el uno en el otro, también transmitimos esa calma a vosotros. Sabemos cuándo uno necesita más espacio, cuándo hay que moverse rápido, cuándo quedarse quietos. Eso da seguridad y os hace sentir más cómodos.
Aquí tenemos una guía para acertar al contratar a tu equipo fotográfico y vídeo de bodas
Planificación con visión
No solo aparecemos el día de la boda y ya. Antes hablamos con vosotros, os ayudamos con el lugar, preguntamos por los horarios, os damos consejos sobre luz, espacios y tiempos. Todo eso lo hacemos en equipo, con la misma idea en mente: que ese día salga redondo.
Esa planificación en pareja también ayuda a que todo fluya. No hay tiempos muertos, no hay confusión. Cada uno sabe lo que tiene que hacer, y lo hace con la experiencia que da haber estado en decenas de bodas juntos.
El resultado habla por sí solo
Cuando os entregamos el trabajo —las fotos y el vídeo— lo que queremos es que os emocionéis. Que lo veáis y sintáis que estáis reviviendo vuestro gran día. No porque hayamos hecho algo espectacular, sino porque capturamos lo auténtico. Y eso es lo que realmente importa.
Trabajar en pareja no significa ofrecer dos cosas distintas, sino crear una sola historia contada con dos miradas.
Y eso, cuando se hace desde el corazón y con pasión por lo que hacemos, se nota mucho.
Si queréis ver mas trabajos nuestros podéis verlos pinchando aquí